El célebre escritor Octavio Paz nos dio la pista para lograr identificar la obra de arte. Él señalaba que ésta debe estar dotada de: imaginación plástica, aliento poético e identidad En este tenor un grupo de artistas se pronunció a favor de la presencia de valores estéticos y culturales propios de nuestro pueblo. Este valiente grupo de creadores descentralizado, representantes de tierra adentro, levantaron la voz señalando que no toda la creación plástica contemporánea debía ser la heredera de La Ruptura.
Los Vitalistas, una ruptura en La Ruptura. Se trataba del siguiente capítulo: ahora un arte de convergencia. Sus creaciones exploraban una revisitación a ciertas inquietudes estéticas y no solo el rompimiento con la academia, sino contra las tendencias extranjeristas y la revaloración de lo propio. Una continuidad a través de la neofiguración. Un acto de descentralización estética, apostando a la fecha por una propuesta mexicana
internacional que se abre paso a los ojos de propios y extraños.
En su primera etapa el manifiesto fue respaldado por: Luis Valsoto, Jorge Alzaga, Alejandro Colunga, Ramiro Torreblanca, José Hernández Laos y Gregorio González, tiempo después se sumaron Javier Arévalo y Alfredo Sánchez Larrauri. A mediados de los 70 este grupo de creadores presentó a través de la neofiguración y una poética particular el aliento necesario, situando de nuevo a la plástica mexicana en el panorama de la visión narrativa en lo pictórico y lo escultórico.
¿Legado u obstinación? La propuesta jalisciense se ha mantenido desde hace décadas alrededor de la figura, la creación de escenas con una buena dosis de fantasía de sesgo realista, evocando al ritual lúdico o doméstico, intimidades hechas públicas. El mito personal que reconstruye y reconcilia los valores de nuestra cultura mexicana. Pocos países como el nuestro presentan un continuo de más de 2000 años de una cadencia que se concatena en el aprecio y resurgimiento de los lenguajes plásticos figurativos. La presente exposición reúne a tres de estos grandes maestros que plasmaron sus ideales estéticos y esta es una muestra de su fecunda trayectoria.
Agradezco las elocuentes charlas con el Maestro Valsoto, impulsor del movimiento Vitalista y al cual le debemos en gran medida nos encontremos ante un umbral de verdadero aprecio por la figuración. Hoy, siendo el testigo, la plástica mexicana contemporánea se presenta como un sólido exponente del aliento vital que trasciende fronteras.
Venimos de la historia no para repetirla; para hermanarnos con ella...
Katerine Bergengruen
Curadora de la Exposición
Dirección Manifesto
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