“El tiempo no es nada”
- San Agustín.
Cuando una línea se cruza repetidamente a sí misma, pierde la claridad de su trayectoria original y se transforma en una serie de trazos superpuestos. Al concentrarse estos trazos, se generan claroscuros que, de manera indeterminada, crean una sensación de volumen.
Este proceso permite que la obra evolucione a través de la interferencia de las líneas, contribuyendo a una mayor complejidad visual y tridimensionalidad en la composición, llegando a dar lugar a formas hechas de tiempo.
Estas piezas de tinta sobre papel de Adrián Guerrero tratan del tiempo, no de la sucesión de intervalos homogéneos de relojes y calendarios, sino de una temporalidad saboreada, reflexionada y vivida.
Se trata de espejos de tiempo pues el título de cada pieza es el total de minutos de ejecución de las mismas, tal vez buscando en la acumulación, la forma del tiempo. Tiempo que es como la luz -sólo se ve cuando se postra sobre la materia-.
- Adrián Guerrero