La colección como medio de expresión, el engrane que mueve el mercado del arte

por José Parra
Noviembre 20, 2021
La colección como medio de expresión, el engrane que mueve el mercado del arte

¿Por qué coleccionamos? ¿Es un impulso innato o aprendido? Es tanto como preguntarse si el artista nace o se hace. Estoy convencido después de 30 años tratando de entender el fenómeno del arte, que es una mezcla de ambos: se nace y se hace. Tanto el artista como el coleccionista son producto de su tiempo y circunstancias, así como de un instinto innato, el que desde pequeños nos hace sentir preferencia por unos objetos sobre otros, establecer diferencias entre ellos y encontrar valores distintos.

 

De acuerdo a la Dra. en Historia del Arte Ana Garduño un conjunto de objetos adquiere su estatus de colección a partir de ciertos criterios de orden y clasificación de acervo, jerarquización, significado y contenido simbólico, éstos elementos se encuentran presentes tanto en nuestras colecciones de canicas y conchas marinas hasta las grandes colecciones de arte.

 

Coleccionamos no sólo por la apreciación de lo que consideramos valioso sino porque también es un sofisticado medio de expresión. Si el artista se expresa a través de su obra, el coleccionista lo hace a través de sus artistas y/o de aquellas obras que mejor representan sus intereses, preocupaciones, deseos, cosmovisión y sentido estético. Coleccionamos así, por la pasión que despierta el objeto en nosotros además de un primordial instinto de expresión, no obstante al hablar de coleccionismo de arte encontramos que se encuentra flanqueado por circunstancias que en ocasiones superan los beneficios del impulso innato. Por un lado, el arte se encuentra suscrito a un contexto histórico del que el coleccionista es co-creador, ya que es parte fundamental del sistema del arte junto con instituciones, promotores y teóricos; por otro lado, el fenómeno del arte se encuentra suscrito a uno de los mercados más fascinantes por su libertad, capacidad de adaptación y oportunidades que presenta.

 

Es a través del mecenazgo que un proyecto se ve favorecido frente a otro, y sin subestimar en ningún momento la libertad que se ejerce a partir de los talleres habría que preguntarse de qué manera interviene éste sistema a través de sus incentivos a la producción presente y futura. Pensemos que hoy en día incluso las propuestas más aparentemente arriesgadas y provocadoras están cobijadas por instituciones, intelectuales y coleccionistas (por más contradictorio que parezca). El coleccionista es así parte esencial dentro de un marco de referencia en el que todo sucede y de ahí su trascendencia. Habría que preguntarse qué habría sido del barroco sin la iglesia de la contrarreforma, del renacimiento sin la familia Medici o incluso cabe preguntarse si los artistas de Guadalajara tienen una cierta preferencia por el figurativo o si son sus coleccionistas. Estoy convencido que se trata de una simbiosis en la que todas las partes evolucionan a la par y dan a cada lugar y tiempo su impronta.

 

Sin dejar de lado la pasión detrás de la adquisición de una obra de arte, no hay que perder de vista que se encuentra dentro de un mercado en el que puede haber ganancias de hasta 2,000% de acuerdo a datos de Monex, por lo que para muchos el coleccionismo es una inversión que mezcla una afición innata con una buena oportunidad de negocios.

La manera en la que funciona éste mercado merece un estudio a conciencia y éstas líneas no pretenden sino dar a conocer algunas claves sobre todo para quienes comienzan en éste fascinante mundo.

 

Una de las primeras nociones importantes a tomar en cuenta es que el valor de una obra reside no sólo en las cualidades perceptibles de su soporte material, sino en sus intangibles. Una obra no está aislada, tiene un origen, un marco conceptual e histórico, una firma que la cobija a través de un cuerpo de trabajo y de una trayectoria. Cada uno de éstos atributos y su mezcla es distinta dependiendo de cada artista y la etapa en la que se encuentre.

 

En cuanto al mercado se divide en primario y secundario. En el primero las obras generalmente son de reciente producción y el artista tiene control y/o conocimiento de los precios, salen a la venta por primera vez. El mercado secundario lo constituyen obras de reventa, el valor es determinado por el mercado, no por el artista.

 

Para asegurar el valor a futuro de una obra es importante tener un registro del “Provenance” (Galicismo para procedencia) ya que en el mercado secundario, esta información es esencial como lo indica Javier Celaya, director de la publicación cultural DosDoce: “Para alcanzar precios elevados, la obra debe reunir cuatro elementos característicos: un notable y reconocido creador, un excelente historial de colecciones/exposiciones, un buen estado físico y una verificada declaración de autenticidad.”

 

Xavier Olivella, CEO de ArtsGain, apunta que las grandes fortunas invierten por lo menos el 11% de su portafolio en Arte. Si hablamos por ejemplo de pintura, ha demostrado a través del tiempo ser un excelente instrumento de inversión ya que a diferencia de otros activos tiene un mantenimiento mínimo, es de fácil desplazamiento y manejo, es perdurable y tiene un carácter único, además, no olvidemos que es un mecanismo de inversión del que se puede disfrutar.

 

Las inversiones seguras son aquellas que poseen un mercado natural con un precio estable a la alza y un vínculo con los mercados extranjeros a través de exhibiciones, galerías, ferias y proyectos, no obstante no hay que perder de vista las propuestas emergentes que pueden representar los cambios más drásticos de precio en poco tiempo.

 

Estos son apenas algunos puntos de partida dentro de una vasto cúmulo de información sobre el mercado del arte y no pretenden sino ser una invitación a conocer más sobre un tema fascinante, sin perder nunca de vista el impulso primordial del coleccionismo: la pasión que despierta y la enorme capacidad que brinda como medio de expresión, de catarsis y experiencia estética; ya que al final es precisamente ésta emoción la mejor garantía de valor, ya que si una obra logra despertar algo en nosotros, lo hará también con alguien más, a pesar de que la experiencia estética frente al arte siempre será un acto íntimo, individual e intransferible como apuntaría el poeta Wallace Stevens: “22 personas cruzando un puente para llegar a una aldea, son en realidad 22 personas cruzando 22 puentes para llegar a 22 aldeas.”

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Katerine Bergengruen

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