Las colecciones públicas o la Caja de Pandora

por Arturo Camacho, historiador y crítico de arte.
December 8, 2021
Las colecciones públicas o la Caja de Pandora

El hallazgo de la piedra del sol o calendario azteca, en 1790 en la plaza mayor de México, significó el origen de la idea de conservación y resguardo del pasado como objeto histórico de la nueva nación; desde la creación del Museo Nacional en 1825, los museos tiene una tradición en nuestro país, un punto culminante en este proceso es en el Museo Nacional de Antropología, considerado entre los mejores del mundo.

 

El coleccionismo público en Jalisco, se inició en 1861, con la confiscación de 68 pinturas a los conventos suprimidos; en 1918 se fundó el actual Museo Regional de Guadalajara, concentrando diversas colecciones de pintura a numismática pasando por animales disecados y el brazo de un Héroe.

 

Las colecciones públicas de Jalisco se distribuyen en más de cien museos, la mayoría de arqueología. Gente, flora y fauna están representados en cerámica hecha en Jalisco entre el 1500 A.C. y el 1500 de nuestra era. Piezas en donde se combina la pintura y el modelado. El jorobado, los niños gritones de Zapotlán son en realidad representaciones del dios Xipetotec, las mujeres de Ameca sentadas con la pierna inclinada o la familia Sayulteca detallada en ornamentos y ropa o la figura pensante de Valle de Guadalupe, más que objetos arqueológicos son esculturas que representan las intenciones estéticas de una sociedad. Son el retrato de un tiempo y una vida cotidiana en donde la atención al hombre y su conciencia están manifiestas.

 

El enorme lienzo “La glorificación de la orden carmelita” ejecutado en estas tierras por un pintor anónimo a finales del siglo XVII, es el inicio -en la región- de la interpretación individual a los temas religiosos, una actitud independiente en la resolución cromática y estructural basada en cánones clásicos, que por su impericia convierte en intenciones estéticas personales. La imaginación desbordada: un río de sangre atraviesa el cuadro.

 

Los testimonios de la nueva clase, primeras imágenes del Jalisco independiente, son retratos de pintores anónimos y poco reconocidos.


“El vendedor de tabaco”, “El retrato de Tranquilina Vidrio”, “La niña del periquito”, “Los tres niños vestidos con ropa inglesa”, “El puente de las damas” o “El fraile de lentes oscuros”, son el álbum de familia de una vida y una estética que se desarrolló a pesar de los conflictos característicos del siglo.    El siglo XX comienza con una “Ciudad en brumas” que espera ser rescatada por el “El superkabrón” antes de que se convierta en un  “Paisaje metafísico” sin el tlalcoyote de Zapotlán. Las imágenes escriben una historia de la cultura en tanto que éstas preceden siempre a la idea en el desarrollo de la conciencia humana.

El acto específicamente estético es el tomar posesión de un segmento descubierto de lo real, establecer dimensiones y definir su forma. Apiñados en rudimentarias vitrinas o en regionales bodegas, las imágenes de Occidente esperan nuevas actitudes por parte de los investigadores y el público, una vez que se han agotado las instancias tradicionales de investigación y exhibición.

Alrededor de 30 mil objetos históricos y artísticos que integran las colecciones públicas de Jalisco, solicitan ojos que les den nuevas lecturas, en espera de que la imaginación los tome por asalto.

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Katerine Bergengruen

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